Catálogo de libros

Novelas cortas

Para leer en la cama con un pitillo en la boca

Daniel Sueiro

Prólogo: Juan Bonilla

Ficha técnica

240 págs.
143 x 215 mm.
Rústica
ISBN: 978-84-8344-698-0
PVP: 16,50 €

Edición y corrección:
Borja Aranda Molina, Abina Isabella Cohen, Gonzalo Fernández del Río, Laura Lee Sierra, Carla Martín Barrios, Irene Morales García, Bárbara Rojas Montiel y Sara Salsón Morales.

Inicio del Prólogo

Los horizontes de Sueiro

Probablemente porque las circunstancias editoriales con las que tuvo que vérselas eran las que eran, Daniel Sueiro incrustó sus novelas breves en sus libros de relatos con toda naturalidad: «El regreso de Frank Loureiro» se recoge en Los conspiradores (1964), «La carpa» ocupa la mitad del volumen Toda la semana (1964) y «Solo de moto» —que apareció exenta en 1968— se agregó a las piezas que componen El cuidado de las manos (1974). Así que parece evidente que el propio Sueiro entendía esas piezas como relatos largos que se compenetraban sin dilema con otros de menor extensión con los que compartían atmósfera y tono. Y, sin embargo, me parece muy acertado por parte de los editores de este volumen haber reunido las nouvelles de Sueiro porque en su confección, en su tempo, en sus estrategias narrativas, hay una hermandad que es de género y las afilia entre sí distinguiéndolas, siquiera levemente, en detalles muy visibles que tienen que ver con la composición y las necesidades retóricas, tanto de los relatos como de las novelas de su autor.

No es raro que un cuentista, antes de someterse a la disciplina propia que exige la novela, haga tentativas que estén entre un género y otro. No sé si fue el caso de Sueiro, pero parece evidente que los asuntos de preceptiva literaria, por mucho interés que tuvieran, no le quitaban el sueño, y entendía —seguramente forzado, como digo, por las no muy boyantes posibilidades editoriales que se les ofrecían a los narradores en la España de los cincuenta y los sesenta, época en la que los libros de cuentos tenían bastantes menos posibilidades comerciales de las que hoy disfrutan— que en un mismo volumen de relatos podían convivir sin entorpecerse piezas de muy diversa extensión. No deja de ser curioso, sin embargo, que nunca utilizara el título de una de sus novelas breves para bautizar un conjunto de relatos, como suelen hacer los narradores que adjuntan varios cuentos a una novela corta para tener suficiente material con el que componer un volumen.