Lecturalia publicó hace algún tiempo dos artículos (primero y segundo) sobre la dificultad que entrañaba ser escritora en el S.XIX. Si bien los artículos se centran en principio en las escritoras españolas y aunque Susanna Rowson vivió a caballo entre el S. XVIII y el S. XIX, algunas de las tesis del artículo son perfectamente aplicables a nuestra autora:
«Y es que ser mujer española y novelista no era algo extremadamente vergonzoso, siempre que supieras cuál era tu lugar y te limitaras a escribir novelitas moralistas o románticas para otras mujeres moralistas y románticas».
En el artículo también se menciona otra de las preocupaciones fundamentales de Rowson, la educación de la mujer:
«El mayor argumento a favor de la educación de la mujer surge a raíz de su papel como educadora principal del ámbito doméstico: educar a la madre significaba educar de manera eficiente a los hijos.»
Pero Rowson no abogaba por la educación de la mujer únicamente para proporcionar a su familia un entorno intelectual, ella creía en el trabajo de la mujer fuera del ámbito doméstico, pero sólo en ciertas profesiones, según afirma Juan Antonio Garrido Ardila en su apéndice a nuestra edición:
«Susanna Rowson comprendía bien las inquietudes de muchas mujeres solteras que habían recibido una educación académica y que anhelaban poder desarrollar sus aptitudes fuera del hogar. Ella misma fue una infatigable trabajadora, aunque también tuviese que atender las necesidades domésticas de su familia. Suponía la autora, sin embargo, que a la mujer casada solo le era lícito ejercer como profesora e institutriz —profesiones que ella desempeñó—. »
Por suerte, las cosas han cambiado mucho desde entonces.