Catálogo de libros

Diana Cazadora

Soñaba con Fernando, lo deseaba, lo quería tener cerca para humillarlo, para verlo de rodillas, aunque tuviera que botarlo enseguida.

Clímaco Soto Borda

Ficha técnica

248 pags.; 143 mm x 215 mm; rústica
Precio: 14,90 €
ISBN: 978-84-8344-461-0
IBIC: FC

Edición y Corrección
Ernesto Ainoza Enrech
Gloria Elena Bazán Barraza
Rocío Blázquez
Sánchez-Cabezudo
Tobías Duro López
Dinelda Desirée García González
Ana Escudero Portal
Helena Gómez Azañón
Noelia Rodríguez Díaz

Nuestra edición

Diana cazadora es la única novela del autor bogotano Clímaco Soto Borda (1870-1919) y fue escrita durante la guerra civil colombiana llamada Guerra de los Mil Días (1899-1902), aunque no sería publicada hasta 1915. El motivo de este retraso es un misterio sobre el que se han hecho diversas especulaciones. Es muy probable que se debiera al temor a las represalias, puesto que la novela constituye una ácida crítica al bando conservador, que acabó siendo el vencedor de la guerra. Pero en la época corría también el rumor de que el propio autor se negaba a divulgarla, temeroso de defraudar las expectativas de sus fieles y numerosos lectores.
Pese a que una vez publicada fue acogida con elogios, Diana cazadora no se volvería a editar hasta 1942, veintitrés años después de la muerte del autor. Esta edición, la séptima y la primera que se publica en España, llega coincidiendo con el primer centenario de la primera.
Para la que se presenta hemos realizado el cotejo entre la primera edición (y única hecha en vida del autor) y las dos posteriores a las que hemos podido acceder (la segunda de 1942 y la cuarta de 1988). Debido a ello, se recuperan aquí algunos elementos de los que parece que las sucesivas ediciones prescindían, como el subtítulo de la obra («Escrita en la guerra de 1900»), la dedicatoria que el autor dirige a su amigo impresor David Salvado o algunas expresiones a lo largo del texto que fueron «normalizadas» desde la segunda edición (por ejemplo, el original «los pitos de las ranas», que restituimos, pasó a ser «el croar de las ranas»).
Por otro lado, el cotejo nos ha permitido corregir algunos errores que no estaban en la primera edición. Damos como ejemplo claro esta frase del final del capítulo VI (página 103), correcta en primera edición:
            Entró precipitadamente, tiró un cajón del armario y tomó un ridículo bolso de cuero negro, pendiente de una cadena plateada que se envolvió en la muñeca, después de cerciorarse de que había dentro diez billetes de a peso y uno nuevo de a cinco duros.
Pero trastocada en la segunda (como puede verse en las palabras que no están en cursiva en ninguno de los dos párrafos):
            Entró precipitadamente, tiró un cajón del armario y tomó un ridículo bolso de cuero negro, pendiente de una cadena plateada que se envolvió dentro diez billetes de a peso y uno nuevo de a cinco en la muñeca, después de cerciorarse de que había duros.
Aparte de estos ligeros cambios, nuestra intervención ha sido la mínima exigible en una edición que pretende acercar al lector de hoy un texto de hace algo más de un siglo: hemos hecho una actualización ortotipográfica siguiendo los criterios actuales de la Real Academia Española (acentos, uso de mayúsculas, cursivas, comillas, rayas de diálogo…) y en contadas ocasiones, siempre que ello no forzara un cambio excesivo en el modo de pronunciar la palabra del lector en castellano, hemos actualizado la grafía de los neologismos siguiendo las propuestas actuales de la Real Academia Española. Esa es la razón por la que optamos actualizar la ortografía de algunas palabras (por ejemplo: cognac > coñac; landau > landó; kepi > quepí…) y mantener otras con las grafías de su idioma de origen, tal y como se reflejan en primera edición (smokings y no un improbable en la época esmóquines; cocktails y no cócteles…). En los casos en los que la primera edición oscila entre la escritura en su forma original y la españolización, lo modificamos acercándolo a la más próxima, con preferencia por la española si acaso se halla a una distancia semejante de ambas (Chartreusse > Chartreuse; bacarrat > bacará…).
Hemos renunciado a dar cuenta detallada, a pie de página o en algún apéndice, de los abundantes americanismos, modismos, juegos de palabras, dobles sentidos, coloquialismos, idiotismos de personajes, palabras inventadas, comparaciones y metáforas, así como de las continuas referencias históricas y culturales que aparecen en la prosa de Soto Borda. Una tarea de este tipo, que en cualquier caso habría resultado ingente, desde nuestro punto de vista, excede la labor de presentar a los lectores actuales de nuestro país una obra todavía inédita para ellos. De cualquier modo, y siempre con el deseo de hacer una presentación responsable de la obra, hemos buscado esas referencias e intentado entender el texto línea a línea (una tarea nada sencilla y no siempre lograda).
Siguiendo el mismo criterio de mínima intervención sobre los textos, hemos mantenido la españolización de nombres extranjeros habitual en la época (Alfonso Daudet, en vez de Alphonse Daudet, por ejemplo).
Por último, en nuestra edición hemos intentado clarificar la maqueta en momentos en los que el autor utiliza recursos estilísticos de difícil reflejo gráfico: por ejemplo cuando el personaje Antonio Velarde se lanza, dentro de un diálogo dinámico con el personaje Alejandro, a contar un relato digresivo (páginas 66 y siguientes) o incluso una obra de teatro que inventa sobre la marcha, con sus acotaciones y parlamentos de otros improvisados personajes (páginas 115 y siguientes). Para ello hemos utilizado, siguiendo el criterio habitual de Libros de la Ballena, el menor número posible de recursos (tipográficos y de composición) necesarios para reflejar las particularidades del texto.
Todo proceso de edición se convierte también en una forma de intensa lectura del libro. Creemos que uno de los aciertos de nuestra edición se halla en el prólogo de Carolina Sanín, la escritora colombiana a la que pedimos que contextualizara la obra para acercarla al lector español. Su interpretación nos ha descubierto la importancia de esa guerra cuya extraña y algo irreal presencia en la novela no acabábamos de entender, y nos ha hecho, de este modo, disfrutar más de ella. Por eso y por su profesionalidad queremos darle al tiempo las gracias y la enhorabuena.