Presentamos las novedades 2020 de Libros de la ballena:

Laura Méndez de Cuenca: Cuentos criminales.
Consiguió escapar de las convenciones más incómodas de su época, reivindicó la libertad de la mujer, denunció la violencia a la que se ve sometida y, bajo el sello de un estilo literario impecable, plasmó su propia forma de vida en su escritura.
El lector tiene ahora la oportunidad de conocer a la pionera del relato criminal en lengua española. El crimen y la fatalidad trazan la inconfundible línea de estos cuentos, protagonizados por personajes que, ante una sociedad opresora, solo tienen dos opciones: morir o matar.
¿Qué de tragedias no desfilan, en un minuto, por la angosta faja de una frente que recuerda?

Salarrué: Cuentos de barro.
Esta colección de cuentos brevísimos es todo lo que necesita Salarrué para arrojarnos a su mundo de valles exhaustos, cerros estragados de selva y aldeas por cuyas calles de tierra caminan los ojos tristes de los indios cuscatlecos. Entre una naturaleza que exige técnicas expresionistas para ser descrita con realismo, asoma fugaz el retrato coral de la superstición, la miseria y la humanidad más enternecedora. Bandidos arrepentidos, pescadores que se tornan asesinos, sacerdotes que no conocen la caridad, niñas que detienen riadas.
«Para escribir un buen cuento hay que ser como Salarrué, crear el personaje, crear el ambiente, sentir cómo hablan los personajes, y luego mentir, mentir», Juan Rulfo.

Alberto Nin Frías: La fuente envenenada.
La fuente envenenada es una de las primeras novelas en español que reivindica la homosexualidad. Una historia en la que la religión se asoma al abismo de la herejía y la amistad al abismo del amor. La novela refleja los sentimientos ocultos de una relación en la que se desdibujan los límites de la amistad y el amor homoerótico.
«El mirlo blanco de las letras americanas», Miguel de Unamuno.

Joaquim Maria Machado De Assis: Resurrección
Resurrección es la primera novela del brasileño Joaquim Maria Machado de Assis, y sin embargo en ella resplandece ya esa prosa sencilla y sorprendentemente moderna que es uno de los rasgos del maestro. Los diálogos se escuchan, los personajes se mueven, gesticulan, lloran y ríen como personas, piensan como personas. Y el lector los comprende y no puede dejar de conmoverse con su tragedia.
«Parece difícil de digerir que el mayor autor jamás surgido en Latinoamérica escribiera en portugués y no en español», Susan Sontag.